lunes, 24 de octubre de 2011

El misterio del panchito y el delfín

Hay recuerdos que se esconden en el cerebro porque dan vergüenza o son desagradables, y una noche, así como si nada, mientras estas tratando de dormir salen a tomar aire y hacen que quieras pegarte un tiro en ese instante pero, como no tenes una pistola a mano, solo podes percatarte de la cara que estas poniendo en ese momento: los ojos totalmente abiertos en la oscuridad, la boca haciendo un gesto de asco y las cejas super levantadas...y ahí te acordas, como si lo estuvieras viviendo en ese momento....que a los 17 años te besabas con un chico que tenía cara de delfín. Si, cara de delfín, literalmente.
Eso me retrotrajo automáticamente a un día de picnic en Palermo. Habíamos ido con mis amigas a ver a unos chicos que conocimos en Bariloche, entre ellos estaba el delfín. Barbara, Patricia y yo, las 3 más chatas que una tabla (perdón chicas, fue hace mucho, ahora les crecieron), todas usábamos push-up, o sea, corpiñitos con relleno, panchitos como le dice mi vieja...Estábamos sentadas alrededor de las cosas del picnic al aire libre bajo un arbolito, calor, y los chicos jugando al fútbol (maldito fútbol), que de a ratos se acercaban a tomar gaseosa. En un momento, miro hacia el pastito y veo un panchito....panchito del corpiño!!!! Ahí, solitario, blanco inmaculado, camuflado entre los paquetes de papas fritas. ¡¿De quién es?! me pregunté....miré a mis amigas, ninguna se había dado cuenta, se acercan los muchachos, no me dieron tiempo de nada....¡¿De quién es la puta madre?! me volví a preguntar....nadie lo veía. Muy disimuladamente me fijo si tenía una tetita más chica que la otra...mío no era. Respiré aliviada. ¿¡Pero de quien era?! Logro hacerle una mirada a Patricia, lo ve, Barbara también lo ve! Y estallamos en risa. Los chicos no entendían nada, no podíamos parar de reirnos, hasta que se fueron a jugar el octavo tiempo de su puto partido. Agarramos el panchito, no voy a decir de quien era, pero podía ser de cualquiera.
El tema es, que yo me besaba con un chico con cara de delfín y una amiga perdía su relleno del corpiño en los bosques de Palermo en la misma época. Lo recordé anoche, no sé por qué. Quería inmortalizar el recuerdo en el blog por si lo vuelvo a olvidar.
Ah! Y al chico flipper no lo vi más, no por su cara de delfín, sino porque era un tarado.
Y gracias al cielo que ahora hacen corpiños con el relleno pegado.