miércoles, 11 de julio de 2012

Desconfiada

Soy Emilia Beznec, y soy desconfiada. Desconfío de todo o casi todo.
El otro día veía una propaganda de GREENPEACE y me di cuenta de que nunca doné un centavo no porque sea rata o desinteresada por la naturaleza, sino porque no confío.
No confío en COTO cuando la cajera te pregunta si queres donar 2 centavos a la fundación pirulito, siempre digo que no.
No confío cuando en la calle juntan firmas para algo, nunca firmo.
No confío en los encargados de los edificios, en los empleados de MCDONALDS (no se lavan las manos), en los que trabajan de atención al cliente y son amables.
No confío en ningún hombre, ni en ninguna mujer que hable mucho. No confío en los médicos, siempre busco una segunda opinión para estar segura.
No confío en el redial del teléfono, en los fanáticos religiosos, en los heladeros, en los pizzeros.
No confío en que los autos paren con el semáforo en rojo, siempre pienso que alguien se puede colgar y atropellarme mientras cruzo correctamente.
No confío en las invitaciones de FACEBOOK, ni en los que te envían solicitud sin conocerte. En los timbres de los colectivos, nunca estoy segura de que sonó y el chofer lo escuchó hasta que me abre la puerta.
Desconfío de los vendedores de zapatos. De los ascensores. De los embutidos, pero igual los como. De los alfajores que venden en los colectivos, pero igual los como. De los curas y las monjas. De la gente que cuenta sus historias paranormales. De los chinos. De los periodistas de chimentos.
No confío en los camareros, siempre pienso que en cualquier momento mandan todo a la concha de la lora y me rompen una botella en la cabeza, cansados de cumplir ordenes.
No confío en los que se desesperan por abrir las botellas en las fiestas y hacen volar el corcho.
No confío en mis hormonas. En las maquinitas de slots. En los celulares TOUCH. En las panaderas de la vuelta de mi casa.
Desconfío de que me carguen lo que yo pago en la tarjeta SUBE. De las páginas de búsqueda laboral. De los sándwiches de milanesa que venden en la playa, deben ser un %50 empanados con arena.
No confío en los pasajeros que comparten el anden del subte conmigo, pienso que cualquiera se puede volver loquito y suicidarse o tirarme a mi a las vias!
Podría seguir escribiendo más y más cosas porque creo que son infinitas, y ya se está poniendo denso mi blog.
Este post no tiene remate. Tengo problemas.