miércoles, 8 de diciembre de 2010

EMILIO MARIO, un gran paso hacia la feminidad

Cuando era puber, viajaba en colectivo a la secundaria, de wilde al centro de la capital, dos horas de viaje de ida y dos horas de vuelta, ya que al mismo tiempo y en el mismo lugar hacía el magisterio de danzas. Salía de mi casa a las 6 AM y llegaba a las 20. Eran otras épocas, tenía mis energías a flor de piel.
El tema es que para poder sacar el boleto estudiantil para que el viaje me cueste menos, tenía que sacarme una credencial. La misma tenía mi nombre y apellido, DNI, nombre de la escuela, donde me bajaba y donde me subía, y LA FOTO que te sacaban en el momento en la terminal de colectivos (malísima). Bueno, en el nombre le pifiaron a dos letras, y me quedó como: EMILIO MARIO.....si, bien grande con imprenta mayúscula. Cuando me doy cuenta, voy hacia el hombre gordo que lo único que tenia que hacer era sacarte la foto y colocar tus datos en la PC, y le digo: "disculpe, dice EMILIO MARIO" y le señalo mi cara como diciendo: "¿tengo cara de EMILIO MARIO, hijo de puta?", y el inepto me responde: "no pasa nada, llevala así" (burocracia pura, que te costaba imprimirla otra vez?). Entonces, aunque yo sabía que SI iba a pasar algo, lo dejé pasar y no le di mucha importancia...ERROR porque ese nombre en la maldita credencial me marcó para toda la vida. O sea, tenía que mostrársela al colectivero todos los días que viajaba y siempre la miraban, y me miraban, la miraban, y me miraban un par de veces, hasta que se daban cuenta que, claramente, había un error y me dejaban sacar mi boleto de 40 centavos. Pero había otros, más ineptos que el que me hizo la credencial, que se dignaban a DUDAR y me preguntaban si me llamaba EMILIO MARIO. Ojalá que hoy en día la estén pasando muy mal.
Hace un tiempo que vengo pensando, que ese nombre no estaba tan equivocado, soy antifemenina al %100 (que no tiene nada que ver con ser feminista). Recién ahora, terminando el 2010, me pinte por primera vez las uñas de las manos, y estoy pensando seriamente en hacerme las de los pies, use aros en las orejas y una pulsera en la muñeca, me pinté los ojos para salir, uso cremas corporales con brillitos, y ni hablar de la depilación. Demasiado, juro que es demasiado para una mujer que se puso tacos altos tres veces en su vida.
Cuando entré en la pubertad, usaba ortodoncia fija, color metal bien oscuro (a lo Betty la fea), y con eso murió todo tipo de contacto con el sexo opuesto durante dos años, ningún chico quería besarme, obvio, yo tampoco lo hubiera hecho (besarme a mi misma), estaba horrible. Cuando me sacaron los aparatos fue uno de los días más felices de mi vida, era la liberación total, le sonreía a todo el mundo (que boluda). Tenía quince años cuando paso ésto, empecé a ir a bailar.....si, me agarraba a cualquier paparulo que se me cruzaba y dejaba que me pasaran su lengua por toda mi perfecta, brillosa, suave y blanca dentadura. Besé a un Yonatan, si, fue el primero que probó mis dientes nuevitos, siguieron algunos más, un Pablo que me dejó plantada en la puerta de un Mcdonals, uno de Roque Pérez, un Creparula (recuerdo su apellido gracioso), un Lionel y un par más que mis amigas seguro me harán recordar próximamente. Después, una crece y se va poniendo más selectiva....... no?
Por lo menos, ahora que soy un poco más femenina, también me da bola algún flogger, o musculosos trabados onda streepers........ Ni se me acerquen.

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